viernes, 6 de enero de 2012

TRAGEDIA DE LA NO TAN ANTIGUA PERSIA

TRAGEDIA DE LA NO TAN ANTIGUA PERSIA

La casa de la mezquita
Khader Abdollah
editorial Salamandra.
2009
382 páginas






El destino es algo imprevisible y a veces cruel. Khader Abdollah ha dejado de escribir en persa para hacerlo en la lengua de su país de adopción, Holanda. Primero fue un activista contra el último monarca iraní, el shá Mohamed Reza Pahlevi, y una vez derrocado tuvo que exiliarse a causa del descerebrado régimen de los ayatolás que se instaló en la recién proclamada República Islámica.
Escribir es, en cierto modo, un acto de expiación y de explicación de sí mismo. No sólo se escribe para los demás sino para el propio escritor. Por eso no es extraño que haya elementos autobiográficos en esta novela, sino que además de fuerza de verdad haya una belleza sencilla y profunda en la narración, enganchando desde el primer momento al lector.
La casa a la que se refiere el título está, efectivamente, enclavada en una mezquita. En ella vive una familia cuyo patriarca, famoso comerciante de alfombras de la ciudad, hombre religioso aunque tolerante y figura equivalente a un guardés del templo, observa y participa de los acontecimientos que van a transformar de modo irreversible el Irán del emperador, occidentalizado para escándalo de las autoridades religiosas más arcaicas y sometido a los designios arbitrarios de Reza Pahlavi, su policía y los intereses norteamericanos para escándalo también de las fuerzas de izquierda. Nuestro protagonista se encuentra cogido entre estos dos fuegos, entre una fe profunda que le insta a deplorar ciertas costumbres que se han instalado en la sociedad persa por virtud de la occidentalización (o por fuerza de) y por los vientos revolucionarios que penetran entre los miembros más jóvenes de su familia, aquellos que escuchan Radio Moscú y desean el derrocamiento del shá y la instauración de una república de corte socialista.
Pero hasta los más ancianos tienen oportunidad para meditar. La llegada de un imán radicalizado y pródigo en alabanzas a Jomeini a la mezquita; el triunfo de la revolución encabezada por este y el rápido desplazamiento y represión de los elementos de izquierda; el exilio de los jóvenes a Teherán o el extranjero para sobrevivir… le llevarán a meditar sobre si sus críticas religiosas a la occidentalización llevada a cabo por el shá no era un mal menor en comparación con el dislocamiento y locura colectiva que se ha instalado con la nueva teocracia que ha ascendido al poder. Y ni una cosa ni otra. La casa, más vacía que en otros tiempos, más triste, más sombría, es una metáfora del Irán actual, donde pese a todo, como sucede con su biblioteca, siempre hay alguien dispuesto a mantener la llama de la esperanza.

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