domingo, 1 de enero de 2012

SPIN OFF

SPIN OFF
UN NUEVO FORMATO DE IMPRO


¿Qué tienen en común una estudiante de Matemáticas con dificultades por la música heavy de su hermano, el empleado de una charcutería sometido a los efluvios amorosos de una enigmática rusa, el amante ruso de la misma que acaba sus días en Andalucía y el artista gay que acaba haciendo el ridículo en un programa de coplas de Canal Sur? ¡Los Spin Off!
Este invierno han estado en el 666 Yllana Bar de la calle del Pez y el próximo 18 de enero La Cueva del Bolero (c/Cid 1) acoge a partir de las 22:00 horas “La noche de los Spin Off”, un espectáculo de impro donde las historias se entrelazan según las preferencias del público. Los secundarios de una historia pasarán, según la preferencia del respetable, en protagonistas de la siguiente en un delirante espectáculo ejecutado por Rocío Reyes, Karina Arboccó, Beatriz Pérez, Miguel Rabaneda y Steward Peña, miembros de la compañía Mpelotah Teatro y creadores del espectáculo.
La formación de estos artistas, en el buen y amplio sentido del término, se ha forjado en varios escenarios y cursos antes de formar esta compañía y compartiendo tablas con miembros de otros grupos que hoy forman parte destacada del panorama improvisador actual (Impromadrid, cursos con Javier Pastor, Calambur, Improimpar, Ángel Hidalgo, Juan Gutiérrez o Juanete Martínez Collado de Al Tran Tran…). Maestros y discípulos en simbiosis común que han servido no sólo para
su aprendizaje sino también para que encuentren su propio camino.
Los personajes protagonistas y secundarios pasan a describir el después del “…y comieron perdices” (que puede ser o no tal, que de todo hay, y puede ser muy peculiar) con que acaba cada una de las improvisaciones de los “spin off”. De este modo, el espectador, aparte de unas risas mayores, puede hacerse un cuadro más completo a la hora de elegir, si tal cosa le toca, un protagonista para la nueva improvisación. Y de este modo podemos encontrarnos a un bombero con trastornos de personalidad al que le gusta llevar al trabajo la ropa interior de su mujer (es un ejemplo) siendo el protagonista de una historia titulada, verbigracia, “Comer Conguitos perjudica su salud”.
No es un delirio de quien esto escribe. Quien haya asistido a un espectáculo de improvisación, ya sea en La Casa de los Jacintos, a los torneos de El Club de la Impro en la recientemente desaparecida Sala Tis de Lavapiés o a la impro musical de Al Tran Tran o a ver a Jamming en el Teatro Arlequín, inefables todos ellos, se habrá encontrado con títulos delirantes, erótico-festivos (a veces, demasiado y en demasiada cantidad), absurdos, tragicómicos, de tarjeta roja o extraordinarios. El mérito de todos ellos y ellas es saber flotar en estas no demasiado procelosas aguas. Mpelotah no son una excepción y su mérito es, asimismo, el poder conjugar la improvisación al uso con una apuesta que día a día se vuelve más sólida a la par que hace disfrutar para el público.
Renovarse o morir, pues, que dijeron Lenin y Adolfo Domínguez (el primero al parecer, el segundo seguro). Y Mpelotah lo cumple. Que sigan así. Y podamos disfrutarlo, claro.

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