domingo, 1 de abril de 2012

SOSTIENE PEREIRA: LITERATURA CONTRA EL SILENCIO

DOCE MESES, DOCE LIBROS

LITERATURA CONTRA EL SILENCIO


SOSTIENE PEREIRA
Antonio Tabucchi
Anagrama (Colección Compactos)
Barcelona, 1999
182 pp.




El recientemente fallecido Antonio Tabucchi, italiano de alma portuguesa, nos regaló en 1994 (fecha de su publicación en Italia) el relato imprescindible de las andanzas y desventuras del veterano periodista Pereira, en un tiempo (la época entre las dos guerras mundiales) y un país (el Portugal del apogeo del salazarismo, en su versión más crudamente fascista) que, sin embargo, rebosan actualidad por los cuatro costados: ni la guerra ni las dictaduras, y ni mucho menos las personas que sufren por el enfrentamiento diario entre su profesión, repleta de condicionamientos políticos y económicos, y su compromiso ético y sus propias creencias, han quedado desterradas con la victoria aliada, la Revolución de los Claveles o la caída del Muro de Berlín.
Pereira es el encargado de la sección cultural de un periódico de la tarde, el “Lisboa”, que él cree como “católico e independiente”, pero en realidad se revela como un diario salazarista más. Contrata al joven Monteiro Rossi como ayudante, licenciado universitario con una tesina sobre la muerte que le impresiona sobremanera. Pero Monteiro Rossi no es como Pereira: no tiene ese sentido fúnebre de la vida que envuelve al periodista, pues le gusta la vida, jamás podría escribir en serio una necrológica ni sería capaz de observar los acontecimientos desde la distancia y la indiferencia. El joven y su novia Marta son activistas de izquierda, en campaña contra las dictaduras y el fascismo que amenazaban por entonces a toda Europa, y más en concreto a una República en España cuya guerra esta presente como grave trasfondo en la novela (la fiesta en honor de los “Viriatos” que envía el gobierno de Salazar en apoyo a Franco, las noticias del camarero del Orquídea sobre el avance de los frentes, la polémica sobre el apoyo del clero vasco o los intelectuales católicos franceses a la República, el reclutamiento de voluntarios portugueses para las Brigadas Internacionales en que interviene Monteiro…).
Pereira se mostrará indiferente a estos acontecimientos, pero poco a poco, en la atmósfera cálida del verano lisboeta, en los encuentros con la pareja, con su cardiólogo el doctor Cardoso, en las actividades siniestras de la portera Zeleste (confidente de la policía política), acabará por observar que su vida no puede continuar por la senda del aislamiento, de la indiferencia, del dejarse llevar mientras la vida pasa por delante y sin mostrarse receptivo ante los estímulos, sean positivos o negativos. Cada vez siente más simpatía por Monteiro Rossi y Marta, y poco a poco se va involucrando en sus actividades, primero apoyándolos económicamente y después ocultando al joven (perseguido por la policía) en su propia casa, aunque el desenlace acabe revelándose fatal para el muchacho.
La denuncia de los crímenes cometidos por el régimen, en una última y valiente necrológica que le llevará al exilio, a la búsqueda de una nueva vida, será el punto culminante de una obra que es una llamada de atención para todas aquellas personas que, ancladas en la famosa frase de Brecht (“Primero fueron a por los comunistas y como yo no lo era…”), creen que nada les incumbe y sólo esperan que pase el temporal, por sí solo, mientras dirigen peroratas al retrato de su esposa (o de cualquier otro ser querido que ya no está) o arreglan el mundo en el bar. Crímenes cometidos a plena luz del día o a oscuras; de guante blanco o abyectos; crímenes tipificados como tales o simplemente crímenes contra la imaginación, la poesía, el amor y la amistad. Este valioso, emotivo y singular libro -llevado al cine en 1996 por Roberto Faenza, con Marcello Mastroiani en el que sería su último filme, en el papel de Pereira, Nicoletta Braschi, Joaquim de Almeida y Daniel Auteil entre otros- es una valiosa metáfora sobre cómo, y así  se dice en un pasaje del mismo, “tal vez todo puede lograrse si se tiene voluntad para ello.”

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