miércoles, 7 de marzo de 2012

LA ESCAPADA: ATLÁNTICO DE CÁDIZ

LA ESCAPADA

ATLÁNTICO DE CÁDIZ
SURCANDO LA HUELLA DE LOS FENICIOS

CÓMO LLEGAR


A la provincia de Cádiz se llega por carretera desde Málaga vía Algeciras y el campo de Gibraltar por la AP-7; desde Sevilla a través del interior (Grazalema, Arcos) por la AP-4; y desde Huelva por la A-48 vía Chiclana. Será esta última autovía la que nos permitirá enlazar con los municipios del Cádiz atlántico, tales como Conil, Barbate, Zahara de los Atunes o la propia Chiclana.
RENFE realiza servicios entre Madrid, Sevilla y Córdoba con la provincia, permitiendo enlazar estas tres capitales, Ciudad Real y Puertollano con Jerez, Puerto de Santa María, San Fernando y Cádiz. Existe además la línea de cercanías Cádiz-Jerez, con un desdoblamiento hacia el aeropuerto jerezano.
La empresa Secorbus realiza trayectos entre Cádiz y Jerez con otros puntos de España en autobús. Asimismo, Los Amarillos y Comes prestan servicio interurbano entre las mismas y los pueblos de la fachada atlántica gaditana, pudiendo consultarse los horarios de servicio en la web de las mismas y en las de información turística.

Cádiz es un lugar que atrae a los sentidos, y en todos los sentidos. Lo hace por ser el lugar donde los antiguos fenicios, un pueblo comerciante y pacífico, fundaron, viniendo desde las lejanas Sidón, Tiro o Biblos, en la actual costa del Líbano, la colonia de Gades, el embrión de la actual capital, lo que nos da la idea de la historia milenaria de la ciudad. Atrae por la luz, la brisa, el color especial de un lugar donde se juntan la poesía de Alberti, la música de Falla, las canciones de Javier Ruibal, las comparsas y chirigotas de los carnavales, un sabor a Habana traída desde el otro lado del océano, el flamenco y los caballos de Jerez o la manzanilla y el encanto marinero del Puerto de Santa María, además de otros muchos rincones por donde perderse, y que van del mar y el viento de Tarifa a los cerros verdes de la sierra de Grazalema.
Podríamos, de esta manera, estar enumerando múltiples encantos de una provincia que se torna lugar mágico, hogar soñado de “catalanes finos” como Kiko Veneno o de mordaces madrileños como Javier Krahe, pero nos centraremos en uno en especial: su fachada atlántica, a veces salvaje, otras en vías de domesticación, y otras en advertido peligro del que se nos ha puesto sobre aviso antes de que, como en otros puntos geográficos de la península y los archipiélagos, sea demasiado tarde para que confundamos velocidad y tocino, progreso y regresión.
Zahara de los Atunes, Conil de la Frontera, Chiclana o Barbate representan un póker extraordinario de lugares que recorrer para dejarse atrapar por esa magia del Atlántico gaditano, tranquilo a veces, levantisco (nunca mejor dicho) otras, siempre atractivo y del que uno siente nostalgia al poco de irse, como si nunca fuera a saciarse de él. No podría estar completo este cuadro, no obstante, si nos olvidáramos de las playas de Bolonia, El Palmar o Caños de Meca. Echémosles un vistazo, aunque todo lo que aquí se diga no será bastante.

CONIL Y CAÑOS DE MECA
Conil conserva, aún hoy, lo que ha sido a lo largo de su historia, aunque su carácter predominante haya variado. De pueblo de pescadores ha pasado a ser destino de un turismo familiar que, por fortuna, no se encuentra excesivamente explotado por parte de las agencias de turismo masivo, lo que aún hoy hace encontrarse a gusto al visitante. Sin embargo, esa calma pasó por momentos de zozobra cuando, en el vecino y monumental municipio de Véjer de la Frontera, también muy recomendable de visitar, la fabulosa playa de El Palmar, que se extiende entre ambos, estuvo a punto de verse amenazada por un proyecto de construcción que hubiera dado al traste con la belleza paisajística y la riqueza en flora y fauna de la zona.
Caños de Meca, situado en las cercanías de Conil, es un rincón espectacular. Conservando aún un ambiente “new age” sesentero y un aspecto salvaje sobre el mar transparente, mantenido a salvo de depredaciones inmobiliarias, su encanto se ve aumentado por el poderoso acantilado de la Breña, barrera natural de separación entre Caños y Barbate. Una imponente mole de piedra natural de cien metros de altura sobre la que contemplar la espectacular puesta de sol que se observa desde este y otros rincones de Cádiz.
CHICLANA
El pueblo de los “animales con chaqueta y alpargatas”, cantado por los jerezanos Los Delinqüentes, tiene dos partes bien diferentes. Por un lado, el pueblo viejo, con lugares dignos para la visita y el tapeo de toda la vida, donde una caña y una ración se convierten en auténticas ambrosías tras una mañana o una tarde de playa, y por otra las modernas urbanizaciones de Sancti Petri y La Barrosa. Aunque esto haya hecho que se cree un círculo de “alto standing” en estos hoteles y apartamentos de veraneo, la playa de La Barrosa es un lugar cuidado y extenso al que no está de más acercarse para disfrutar de un baño, al tiempo que se hace lo propio con la propia ciudad.
BOLONIA
La playa de Bolonia es hoy día un rincón para el disfrute del naturismo y la arqueología, dos artes que no tienen por qué estar reñidas. Quizá el que la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, haya declarado prohibido el ir en pelotas como contrario a las ordenanzas municipales haya dado un mayor impulso a este espléndido arenal donde se conservan los restos de una antigua villa romana, y a juzgar por su extensión, no demasiado pequeña. Como curiosidad, los amantes de la práctica nudista encontrarán la playa de Bolonia dentro del catálogo de los mejores lugares para su ejercicio. Por algo será.
ZAHARA DE LOS ATUNES
Zahara ha conseguido mantener también su frente marítimo a salvo de la construcción masiva, lo que la ha llevado a conservar su sabor marinero no sólo en el apellido, sino en conservar aún su carácter de pueblo de pescadores, su hermosa abertura al mar y su aire de pueblo tranquilo donde encontrar refugio e impulso para los rigores de la semana o del invierno. Campamento base del cantautor Javier Krahe y destino vacacional de una “gauche divine” que aspira a pasar desapercibida unos días, mezclándose con la gente sencilla del pueblo y sin montar espectáculos a lo “verano loco en Ibiza”.

El Atlántico de Cádiz, no obstante, es más extenso y podríamos seguir enumerando la búsqueda de las olas en Tarifa; la partida de los barcos desde los Puertos a donde se nos iba la Lola; en encanto de un cartucho de pescadito en la gaditana La Caleta… pero todas las palabras que digamos aquí no podrían sino poner más los dientes largos, así que no esperen más a que sigamos desvelando por ustedes las huellas de los fenicios y de Hércules. Véanlo con sus propios ojos. Les merecerá la pena.

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