viernes, 16 de marzo de 2012

TANIA RUZS & VÍCTOR HUEDO


ESPECTACULARES

TANIA RUZS &
VÍCTOR HUEDO:
ESA EXTRAÑA PAREJA

Que me perdone Raúl Cimas -¡Muchachada Nuiiiii!- de quien me he acordado, por estar representando la obra teatral “La extraña pareja”, al redactar el titular de este artículo. Si acaso hay parejas extrañas en la capital haciendo espectáculos, nadie puede perderse a este dúo que ayer, él al piano y ella a la voz, deleitaron y divirtieron al personal que acudió a “El Despertar”.

El local, ubicado en la calle Torrecilla del Leal, pero no en las profundidades de Lavapiés, cerca de las calles de Buenavista y Zurita, sino en las alturas de la misma (y tanto esto como lo anterior lo decimos bien, pues Torrecilla del Leal está en cuesta), en las proximidades de Antón Martín, es, por comparación, un remedo del entrañable café Central de la plaza del Ángel: la decoración de café novecentista, una caja registradora de manivela y música de jazz como hilo musical. La cosa pintaba bien. Incluso por la estrechez de las mesas, tan “centralopolitana”, que daba para proximidades y conversaciones entre personas antes desconocidas.

Conocí a Tania a través de Jacobo, un amigo común, místico, espiritual y entrañable como pocos seres habitan en el mundo. Algo han de tener los seres de luz, que son como los polos magnéticos opuestos (aunque los magnetismos, en este caso, son muy similares y positivos), se atraen. Tania canta, también pinta, y sorprende por su sentido del humor. Un humor que, junto al de Víctor Huedo, llevó de calle al público: juegos de eco con el rever del micrófono; canciones dedicadas a una persona que acababan dedicándose a todo el público, entre pitos, flautas y bromas; preguntas y respuestas de Víctor contestadas a través de las teclas del piano, como el trombón de Snoopy; mancheguismos muchachadianos…

En cuanto a las canciones en sí -anglosajonas, francófonas, hispanoparlantes; tangos, estándares, canciones del cine, boleros de toda la vida e incluso una de la propia Tania, repetida a petición del público-, la voz de la cantante y el piano, a veces loco, otras suave y encantador, hicieron pasar al público por estados de lo más placenteros. Una noche bonita, una voz bonita, una música para perderse un rato entre las callejuelas más castizas… Y la noche, entretanto, sonaba a jazz. Gracias a la extraña pareja: Tania Ruzs y Víctor Huedo. Les esperamos en más conciertos.

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