sábado, 17 de agosto de 2013

FÚTBOL EN LA RDA (I)

FÚTBOL EN LA RDA: ENTRE “SPARSI” Y SAMMER

La equipación de la izquierda es la de un equipo que ya ha pasado a la historia: la de la selección nacional de fútbol de la extinta República Democrática Alemana. Con pocos éxitos que contar, tanto la selección de fútbol de la Alemania del Este como la propia liga de fútbol de aquella mitad más pequeña (qué paradoja) y hermética del país germano merecen sin embargo un rincón entre el anecdotario de los aficionados al balompié y entre quienes quieran asomarse a conocer mejor la vida corriente de la ya desaparecida Alemania comunista.

Una liga desconocida: la DDR Oberliga.
La RDA se formó algo más tardíamente que su vecina República Federal. Mientras que la segunda unió en forma de estado federal al modo de las democracias occidentales a las zonas de ocupación francesa, británica y estadounidense -tres de las cuatro en las que se había dividido Alemania tras la S.G.M- en 1948, la URSS respondió un año más tarde, el 7 de octubre de 1949, con la formación de un estado socialista satélite en su zona de ocupación. La República Democrática se convirtió de este modo en un país de la órbita soviética, a cuya cabeza se encontraba el Partido Socialista Unificado Alemán (SED, por sus siglas en esta lengua). Los esfuerzos por tratar de hacer incrementar el nivel de vida de la población (proporcionando educación, sanidad o asistencia social a cargo del Estado), algunos loables, y por destacar en actividades industriales y tecnológicas como en la construcción de aparatos ópticos de precisión, cámaras fotográficas o incluso microchips no podían sin embargo ocultar la grave represión y vigilancia a que eran sometidos los ciudadanos de la República por parte de la policía política (Stasi) o el mayor desarrollo y nivel de vida de la Alemania occidental. Por ello, numerosos alemanes del Este optaron por huir del país, incluso tratando de escapar a través del cuasi impenetrable muro de Berlín. En estas circunstancias, cualquier acto de heroísmo individual o colectivo se convertía en una forma de propaganda para destacar de un modo exagerado los logros del socialismo. El deporte, y el fútbol, no fueron ajenos a esta política.
Si la RDA se formó más tarde que la RFA, no ocurrió así con su campeonato de fútbol doméstico. La DDR Oberliga (traducible como Liga Superior de la RDA) comenzó a disputarse en 1952, diez años antes de que la Bundesliga (Liga Federal) de la RFA comenzase su andadura, si bien ya se celebraban campeonatos de fútbol en Alemania occidental, aunque a un nivel sobre todo regional. La liga de la RDA, sin embargo, no fue ajena a la política y a la susceptibilidad de manipulación por las instancias del poder, ya desde sus propios inicios. Equipos pequeños pero competitivos fueron desplazados de sus modestas localidades de origen hacia ciudades mayores por decisión de las autoridades. En otros casos, el objetivo de este desplazamiento era el de crear equipos patrocinados por los organismos del ejército o de la policía mediante la absorción de la plantilla de los equipos más potentes del momento. Tal caso ocurrió cuando se formó el Dinamo de Berlín. El que con los años pasaría a ser el equipo más odiado de la RDA se formó mediante el desplazamiento de los jugadores del potente Dinamo de Dresde desde la histórica ciudad que era sede de este club a la capital del país. El nuevo Dinamo berlinés pasaría a ser el club de la Stasi, mientras que el de Dresde tendría que volver a empezar en la Segunda germano-oriental. Se recompuso, para volver a ser un club potente.
En Berlín Este coexistían dos equipos de primera fila por entonces. Además del Dinamo, el equipo de la Stasi, estaba el Vörwarts, el club de la policía civil. Sin embargo, el “Adelante” (traducción de este vocablo) berlinés también habría de desplazarse de sede a la localidad fronteriza con Polonia de Frankfurt del Oder. El club gualdirrojo no pasaría de ser un segundón en el campeonato y en la historia del fútbol de la RDA, ganando apenas un título de Oberliga y una Copa antes de cambiar de ciudad. Sin embargo, otro segundón con más historia, sobre todo de enfrentamiento con el Dinamo Berlín y de amistad inquebrantable hasta la reunificación con otro “outsider”, esta vez de la Bundesliga, situado en la otra parte de Berlín, el Hertha, fue el FC Union.
El Union Berlín nación de la fusión de dos clubes “de poca monta” de la capital de la RDA en 1963. Su ascensión meteórica a la élite del fútbol germano-oriental se vio coronada con la conquista, en 1966, de la Copa de la RDA. Nacido en un barrio obrero berlinés, se convirtió en un símbolo contra el régimen comunista. En una época en la que corear eslóganes contra el partido y la dictadura era crearse serios problemas, la alternativa más sensata y al mismo tiempo la más provocadora era llevar bufandas y banderas rojiblancas y gritar cánticos de ánimo al Union, en contraposición al odiado Dinamo. Sus hinchas y los del vecino Hertha, un equipo también segundón pero inconformista, a la sombra de Bayern, Hamburgo o Moënchengladbach en la Bundesliga, tenían el eslogan de “Hertha und Union eine nation” (“Hertha y Union una nación”), lo que no dejaba de ser un bofetón a la partición artificial de Alemania. Hoy día, sin embargo, aquella vieja amistad se ha tornado en rivalidad en los derbis que ambos han disputado en la Segunda alemana y puyas por el carácter marcadamente mercantil y elitista del Hertha y la esencia obrera del Union, que se ha negado a entregar su estadio al mejor postor, como ha sucedido con los del Schalke o del Bayern y el 1860 Munich, vendiéndolo a su incondicional afición, y que ha llamado con éxito a sus propios hinchas a remodelar su añejo hogar, el Alte Forsterei Stadium. Una de las aficionadas más destacadas del Union es la veterana cantante de rock Nina Hagen, quien compuso su himno oficioso “Eisern Union” (“Unión de Hierro”).
Fuera de Berlín, en la historia del fútbol de la RDA destacan, por sus éxitos tanto dentro como fuera de las fronteras de la República varios clubes, esencialmente civiles (es decir, no vinculados a organismos del poder ni del partido). Entre los primeros, además del mencionado Dinamo de Dresde, se encuentra el FC Karl Marx Stadt. 

Hoy rebautizado como FC Chemnitzer (al igual que ocurrió con la ciudad, que de Karl Marx Stadt pasó a recobrar su nombre de preguerra, Chemnitz) fue el único club que logró la Oberliga tres años seguidos, a finales de los setenta. El club albiceleste, además, consiguió poner en serios apuros a la Juventus en las postrimerías del régimen, en octavos de la UEFA de 1989. En la foto de la izquierda, vemos una imagen del partido de dicha eliminatoria disputado en el estadio Ernst Thaelmann de la localidad alemana.
Entre los equipos que mayor lustre dieron internacionalmente a la RDA se cuenta el único club campeón de competición europea que dio la Alemania oriental: el FC Magdeburgo. La ciudad y el equipo es más conocido hoy día por el balonmano, siendo el Magdeburgo el único club de la antigua Alemania del Este que milita en la Bundesliga de balonmano y con notable éxito. Pero en fútbol, en 1974, y comandado por el talentoso Jürgen Sparwasser, que en ese mismo año repetiría hazaña con la debutante selección de la RDA en el Mundial, venció en la final de la Recopa disputada en Rotterdam al favorito AC Milan -en un desangelado estadio De Kuip donde no hubo apenas movilización de aficionados alemanes, pero casi tampoco de italianos- por 2 a 0. El FCM hoy milita en las catacumbas del fútbol de la Alemania reunificada, pero entonces sorprendió a propios y extraños llevándose a las vitrinas de un club de la RDA aquel trofeo que tantas alegrías había dado a otros clubes de la Europa del Este, pero no a la de Alemania oriental. 
En la imagen, vemos la alegría de los jugadores del equipo blanquiazul, rodeados de un nutrido grupo de periodistas, nada más acabar el partido con el equipo “rossonero”.
Poco tiempo más tarde, en 1981, llegaría el turno de que otro equipo civil, el Carl Zeiss, el equipo de la industria óptica de la ciudad de Jena, repitiera final del mismo trofeo. La llegada de aquel equipo a la final se produjo tras pasar de forma brillante una ronda tras otra en la que llegó a eliminar a potentes clubes como la AS Roma o el vigente campeón, el Valencia, a quienes venció colando cuatro goles en su campo del Ernst Abe de Jena.
Sin embargo, la llamada “final del Pacto de Varsovia” que disputó contra el Dinamo Tblisi, de la entonces república soviética de Georgia, enfrentó no sólo a dos equipos del mismo bloque político, sino a dos conceptos de fútbol: el de poderío físico y lentitud de los alemanes frente al de toque y virtuosismo de los georgianos. El resultado fue de 2 a 1 para los soviéticos, pese a que el Carl Zeiss se adelantó en el marcador con un soberbio gol de tacón (en la foto, la celebración). Lo triste fue que, pese a que la final contaba con buenos ingredientes y hubo una mayor movilización de aficionados alemanes que en la de Rotterdam, los aficionados de la otra Alemania (la final se jugaba en Düsseldorf, RFA) no se pasaron por las taquillas y las gradas volvieron a mostrar un aspecto bastante pobre.
En 1987, en Atenas, y esta vez sí ante un estadio Spiros Louis que presentaba un aspecto más propio de final europea, con en torno a cinco mil hinchas germano-orientales (que pudieron viajar en parte por el deseo de Erich Honecker de mostrar una cara afable de su régimen), se enfrentaron en la final de la Recopa el Ajax entrenado por Johann Cruyff y el Lokomotive Leipzig. Los holandeses, deseosos de reverdecer los viejos laureles y con una plantilla muy superior a la de su rival, en la que ya comenzaban a despuntar los nombres de Rikjaard, Van Basten, Gullit… vencieron por 1-0 a un rival que, a pesar de todo, no le perdió la cara al encuentro. Fue el último gran éxito internacional a nivel de clubes en la modesta historia a este respecto de la RDA.

El Dinamo de Berlin: ganar por decreto.

Si en España hemos conocido la frase, quizá injusta, de que el Madrid en la dictadura de Franco ganaba por decreto, no menos puede decirse de un Dinamo de Berlín odiado por la inmensa mayoría de los aficionados al fútbol de la RDA, al igual que la Stasi era odiada por la amplia mayoría de la población.
Presidido por Erich Mielke, histórico militante comunista alemán que llegó a luchar en las Brigadas Internacionales en España, y que con los años llegó a convertirse en ministro de Seguridad del Estado y cabeza de la policía política, el Dinamo de Berlin quiso ser convertido en lo que Mielke soñó: un Bayern de Munich o un Milan en la RDA. Para ello, los manejos del ministro-presidente no dudaron en ser contundentes con los árbitros, amañándose los partidos con métodos poco ortodoxos -no en vano, la Stasi en última instancia decidía quién iba a arbitrar partidos internacionales-, comprando encuentros o privando de formas poco caballerosas a otros clubes de sus jugadores más talentosos. De esta forma, el Dinamo pudo ganar diez ligas seguidas, entre 1979 y 1988, pulverizando récords, pero con apenas cinco mil espectadores de media, muy lejos de las cifras que existían en San Siro, el Olímpico de Berlín, Chamartín o en estadios de su propia liga como el Ernst Abe o el Alte Forsterei. En 1989, como si se tratara de una antesala de lo que estaba por venir, el Dinamo no pudo pasar del empate en casa ante un modestísimo rival, dando el título al otro Dinamo, el de Dresde, que se hizo con las últimas dos ligas corrientes antes de la reunificación (excluímos el campeonato de 1991 que se adjudicó el Hansa Rostock, que sirvió para determinar las dos plazas reservadas a equipos del Este en la nueva Bundesliga). La transición futbolística había comenzado antes que la transición política.
Resulta curioso, además, que el hoy paupérrimo Dinamo (rebautizado como FC Berlin), condenado a vagar por las categorías más bajas del fútbol alemán, identificado con el régimen comunista de la RDA sea el que congregue a algunos de los aficionados ultraderechistas más radicales del fútbol alemán y de los clubes de la extinta DDR Oberliga. La vida es un cúmulo de sorpresas, aunque puede ser, tanto en este caso como en otros (Hansa Rostock o Lokomotive Leipzig) una reacción a los años vividos bajo un régimen de signo agresivamente contrario. Una excepción singular, sin duda, es la de los aficionados del Union Berlín, que de luchar contra la política de la RDA han pasado a hacerlo contra el capitalismo feroz, en una continuidad del inconformismo que no entiende de regímenes o sistemas políticos.

1 comentario:

  1. Interesante artículo sobre una liga que la mayoría desconocemos, gracias

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