FÚTBOL EN LA RDA : ENTRE “SPARSI” Y SAMMER
La equipación de la
izquierda es la de un equipo que ya ha pasado a la historia: la de la selección
nacional de fútbol de la extinta República Democrática Alemana. Con pocos
éxitos que contar, tanto la selección de fútbol de la Alemania del Este como la
propia liga de fútbol de aquella mitad más pequeña (qué paradoja) y hermética
del país germano merecen sin embargo un rincón entre el anecdotario de los
aficionados al balompié y entre quienes quieran asomarse a conocer mejor la
vida corriente de la ya desaparecida Alemania comunista.
Una
liga desconocida: la DDR Oberliga.
Si
la RDA se formó
más tarde que la RFA ,
no ocurrió así con su campeonato de fútbol doméstico. La
DDR Oberliga (traducible como Liga Superior
de la RDA )
comenzó a disputarse en 1952, diez años antes de que la Bundesliga (Liga
Federal) de la RFA
comenzase su andadura, si bien ya se celebraban campeonatos de fútbol en
Alemania occidental, aunque a un nivel sobre todo regional. La liga de la RDA , sin embargo, no fue ajena
a la política y a la susceptibilidad de manipulación por las instancias del
poder, ya desde sus propios inicios. Equipos pequeños pero competitivos fueron
desplazados de sus modestas localidades de origen hacia ciudades mayores por
decisión de las autoridades. En otros casos, el objetivo de este desplazamiento
era el de crear equipos patrocinados por los organismos del ejército o de la
policía mediante la absorción de la plantilla de los equipos más potentes del
momento. Tal caso ocurrió cuando se formó el Dinamo de Berlín. El que con los
años pasaría a ser el equipo más odiado de la RDA se formó mediante el desplazamiento de los
jugadores del potente Dinamo de Dresde desde la histórica ciudad que era sede de
este club a la capital del país. El nuevo Dinamo berlinés pasaría a ser el club
de la Stasi ,
mientras que el de Dresde tendría que volver a empezar en la Segunda germano-oriental.
Se recompuso, para volver a ser un club potente.
En
Berlín Este coexistían dos equipos de primera fila por entonces. Además del
Dinamo, el equipo de la Stasi ,
estaba el Vörwarts, el club de la policía civil. Sin embargo, el “Adelante”
(traducción de este vocablo) berlinés también habría de desplazarse de sede a
la localidad fronteriza con Polonia de Frankfurt del Oder. El club gualdirrojo
no pasaría de ser un segundón en el campeonato y en la historia del fútbol de la RDA , ganando apenas un título
de Oberliga y una Copa antes de cambiar de ciudad. Sin embargo, otro segundón
con más historia, sobre todo de enfrentamiento con el Dinamo Berlín y de
amistad inquebrantable hasta la reunificación con otro “outsider”, esta vez de la Bundesliga , situado en
la otra parte de Berlín, el Hertha, fue el FC Union.
El Union
Berlín nación de la fusión de dos clubes “de poca monta” de la capital de la RDA en 1963. Su ascensión
meteórica a la élite del fútbol germano-oriental se vio coronada con la
conquista, en 1966, de la Copa
de la RDA. Nacido
en un barrio obrero berlinés, se convirtió en un símbolo contra el régimen
comunista. En
una época en la que corear eslóganes contra el partido y la dictadura era
crearse serios problemas, la alternativa más sensata y al mismo tiempo la más
provocadora era llevar bufandas y banderas rojiblancas y gritar cánticos de
ánimo al Union, en contraposición al odiado Dinamo. Sus hinchas y los del
vecino Hertha, un equipo también segundón pero inconformista, a la sombra de
Bayern, Hamburgo o Moënchengladbach en la Bundesliga , tenían el eslogan de “Hertha und
Union eine nation” (“Hertha y Union una nación”), lo que no dejaba de ser un
bofetón a la partición artificial de Alemania. Hoy día, sin embargo, aquella
vieja amistad se ha tornado en rivalidad en los derbis que ambos han disputado
en la Segunda
alemana y puyas por el carácter marcadamente mercantil y elitista del Hertha y
la esencia obrera del Union, que se ha negado a entregar su estadio al mejor
postor, como ha sucedido con los del Schalke o del Bayern y el 1860 Munich,
vendiéndolo a su incondicional afición, y que ha llamado con éxito a sus
propios hinchas a remodelar su añejo hogar, el Alte Forsterei Stadium. Una de
las aficionadas más destacadas del Union es la veterana cantante de rock Nina
Hagen, quien compuso su himno oficioso “Eisern Union” (“Unión de Hierro”).
Fuera
de Berlín, en la historia del fútbol de la RDA destacan, por sus éxitos tanto dentro como
fuera de las fronteras de la
República varios clubes, esencialmente civiles (es decir, no
vinculados a organismos del poder ni del partido). Entre los primeros, además
del mencionado Dinamo de Dresde, se encuentra el FC Karl Marx Stadt.
Hoy
rebautizado como FC Chemnitzer (al igual que ocurrió con la ciudad, que de Karl
Marx Stadt pasó a recobrar su nombre de preguerra, Chemnitz) fue el único club
que logró la Oberliga
tres años seguidos, a finales de los setenta. El club albiceleste, además, consiguió poner
en serios apuros a la
Juventus en las postrimerías del régimen, en octavos de la UEFA de
1989. En la foto de la izquierda, vemos una imagen del partido de dicha eliminatoria disputado en el estadio Ernst Thaelmann de la localidad alemana.
Entre los
equipos que mayor lustre dieron internacionalmente a la RDA se cuenta el único club
campeón de competición europea que dio la Alemania oriental: el FC Magdeburgo. La ciudad y
el equipo es más conocido hoy día por el balonmano, siendo el Magdeburgo el
único club de la antigua Alemania del Este que milita en la Bundesliga de balonmano
y con notable éxito. Pero en fútbol, en 1974, y comandado por el talentoso
Jürgen Sparwasser, que en ese mismo año repetiría hazaña con la debutante
selección de la RDA
en el Mundial, venció en la final de la Recopa disputada en Rotterdam al favorito AC
Milan -en un desangelado estadio De Kuip donde no hubo apenas movilización de aficionados alemanes,
pero casi tampoco de italianos- por 2
a 0. El FCM hoy milita en las catacumbas del fútbol de la Alemania reunificada,
pero entonces sorprendió a propios y extraños llevándose a las vitrinas de un
club de la RDA
aquel trofeo que tantas alegrías había dado a otros clubes de la Europa del Este, pero no a
la de Alemania oriental.
En
la imagen, vemos la alegría de los jugadores del equipo blanquiazul, rodeados
de un nutrido grupo de periodistas, nada más acabar el partido con el equipo
“rossonero”.
Poco
tiempo más tarde, en 1981, llegaría el turno de que otro equipo civil, el Carl
Zeiss, el equipo de la industria óptica de la ciudad de Jena, repitiera final
del mismo trofeo. La llegada de aquel equipo a la final se produjo tras pasar
de forma brillante una ronda tras otra en la que llegó a eliminar a potentes
clubes como la AS Roma o el
vigente campeón, el Valencia, a quienes venció colando cuatro goles en su campo
del Ernst Abe de Jena.
Sin embargo,
la llamada “final del Pacto de Varsovia” que disputó contra el Dinamo Tblisi,
de la entonces república soviética de Georgia, enfrentó no sólo a dos equipos
del mismo bloque político, sino a dos conceptos de fútbol: el de poderío físico
y lentitud de los alemanes frente al de toque y virtuosismo de los georgianos.
El resultado fue de 2 a
1 para los soviéticos, pese a que el Carl Zeiss se adelantó en el marcador con
un soberbio gol de tacón (en la foto, la celebración). Lo triste fue que, pese
a que la final contaba con buenos ingredientes y hubo una mayor movilización de
aficionados alemanes que en la de Rotterdam, los aficionados de la otra
Alemania (la final se jugaba en Düsseldorf, RFA) no se pasaron por las
taquillas y las gradas volvieron a mostrar un aspecto bastante pobre.
En
1987, en Atenas, y esta vez sí ante un estadio Spiros Louis que presentaba un
aspecto más propio de final europea, con en torno a cinco mil hinchas
germano-orientales (que pudieron viajar en parte por el deseo de Erich Honecker
de mostrar una cara afable de su régimen), se enfrentaron en la final de la Recopa el Ajax entrenado
por Johann Cruyff y el Lokomotive Leipzig. Los holandeses, deseosos de
reverdecer los viejos laureles y con una plantilla muy superior a la de su
rival, en la que ya comenzaban a despuntar los nombres de Rikjaard, Van Basten,
Gullit… vencieron por 1-0 a un rival que, a pesar de todo, no le perdió la cara
al encuentro. Fue el último gran éxito internacional a nivel de clubes en la
modesta historia a este respecto de la
RDA .
El
Dinamo de Berlin: ganar por decreto.
Si
en España hemos conocido la frase, quizá injusta, de que el Madrid en la
dictadura de Franco ganaba por decreto, no menos puede decirse de un Dinamo de
Berlín odiado por la inmensa mayoría de los aficionados al fútbol de la RDA , al igual que la Stasi era odiada por la
amplia mayoría de la población.
Presidido
por Erich Mielke, histórico militante comunista alemán que llegó a luchar en
las Brigadas Internacionales en España, y que con los años llegó a convertirse
en ministro de Seguridad del Estado y cabeza de la policía política, el Dinamo
de Berlin quiso ser convertido en lo que Mielke soñó: un Bayern de Munich o un
Milan en la RDA. Para
ello, los manejos del ministro-presidente no dudaron en ser contundentes con
los árbitros, amañándose los partidos con métodos poco ortodoxos -no en vano, la Stasi en última instancia
decidía quién iba a arbitrar partidos internacionales-, comprando encuentros o
privando de formas poco caballerosas a otros clubes de sus jugadores más
talentosos. De esta forma, el Dinamo pudo ganar diez ligas seguidas, entre 1979
y 1988, pulverizando récords, pero con apenas cinco mil espectadores de media,
muy lejos de las cifras que existían en San Siro, el Olímpico de Berlín,
Chamartín o en estadios de su propia liga como el Ernst Abe o el Alte
Forsterei. En 1989, como si se tratara de una antesala de lo que estaba por
venir, el Dinamo no pudo pasar del empate en casa ante un modestísimo rival,
dando el título al otro Dinamo, el de Dresde, que se hizo con las últimas dos
ligas corrientes antes de la reunificación (excluímos el campeonato de 1991 que
se adjudicó el Hansa Rostock, que sirvió para determinar las dos plazas
reservadas a equipos del Este en la nueva Bundesliga). La transición
futbolística había comenzado antes que la transición política.
Resulta
curioso, además, que el hoy paupérrimo Dinamo (rebautizado como FC Berlin),
condenado a vagar por las categorías más bajas del fútbol alemán, identificado
con el régimen comunista de la RDA
sea el que congregue a algunos de los aficionados ultraderechistas más
radicales del fútbol alemán y de los clubes de la extinta DDR Oberliga. La vida
es un cúmulo de sorpresas, aunque puede ser, tanto en este caso como en otros
(Hansa Rostock o Lokomotive Leipzig) una reacción a los años vividos bajo un
régimen de signo agresivamente contrario. Una excepción singular, sin duda, es
la de los aficionados del Union Berlín, que de luchar contra la política de la RDA han pasado a hacerlo contra
el capitalismo feroz, en una continuidad del inconformismo que no entiende de
regímenes o sistemas políticos.
Interesante artículo sobre una liga que la mayoría desconocemos, gracias
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