lunes, 28 de noviembre de 2011

ÉVORA

CAPITAL DE LA EXTENSA PROVINCIA PORTUGUESA DEL ALENTEJO, LA PEQUEÑA Y ACOGEDORA CIUDAD DE ÉVORA REÚNE EN SUS CALLES RESTOS DE LA ANTIGUA VILLA ROMANA DE LIBERITAS JULIA JUNTO CON CONVENTOS Y PALACIOS RENACENTISTAS DE LA ANTIGUA NOBLEZA LATIFUNDISTA. HOY CIUDAD INDUSTRIOSA Y UNIVERSITARIA (POSEE CONDICIÓN DE TAL DESDE EL SIGLO XIII), OTROS DE SUS ENCANTOS SON CAPELA DOS OSSOS Y EL TEATRO GARCIA DE RESENDE. 
CÓMO LLEGAR

 En coche: Évora se encuentra aproximadamente a mitad de camino de Badajoz y Lisboa. La autopista portuguesa A-6 (Marateca/A-2/A-13 - Caia/frontera extremeña) nos lleva con comodidad hasta las cercanías de la ciudad, existiendo hasta tres desvíos, por las carretera N-18 (salida 6), por la N-256 (salida 5, hacia Reguengos de Monsaraz) y la N-114 (salida 4, hacia Montemor) para llegar a Évora.
En autobús: Avanza Bus/AutoRes (Estación Sur de Autobuses, Méndez Álvaro s/n) realiza la ruta Madrid-Lisboa con la posibilidad de detenerse en ciudades intermedias de España y Portugal, como Elvas, Estremoz o la propia Évora. Las compañías portuguesas Rodoviária do Alentejo y Transportes Sul do Tejo realizan servicios que enlazan Évora con otras ciudades de la región o con Lisboa (en Lisboa, la estación de autobuses se encuentra en la plaza Campo de Ourique; en Évora, en la Rúa da República, tfno 00351 266 221 21/ 00351 266 237 47).

En tren: El tren hotel Lusitania de Madrid a Lisboa sale de noche de la estación de Chamartín y realiza parada en Marvão, una vez pasada la frontera de Cáceres, Abrantes y Entroncamento. Allí hay que enlazar con la red portuguesa, para lo que habría que consultar los servicios y horarios de la compañía estatal Caminhos-de Ferro Portugueses (en la web, www.cp.pt). La estación evorense está en el Barrio de São Brás, tfno. 00351 266 221 25. Recomendable para quienes poseen un billete interrail y quieran recorrer Portugal a bordo del tren.

Évora es, con sus alrededor de 40.000 habitantes, una ciudad pequeña para nuestro país y sin embargo supera con creces el tamaño de muchas otras capitales de distrito portuguesas como Bragança, Vila Real o sus vecinas Portalegre o Beja. Esto muestra la importancia que, desde tiempo atrás, ha tenido esta ciudad de situación privilegiada, a mitad de camino entre la capital lusa y la frontera española y en el corazón del Alentejo, rica región agrícola y ganadera en cuyas dehesas se da la cría de cerdos y ovejas (el jamón de Campo Maior y el queso de Nisa son auténticas delicias gastronómicas); la extracción de corcho y mármol, el cultivo de cereales y la artesanía, actividades a las que se ha unido desde los años sesenta y setenta la actividad turística.
El corazón de Évora se localiza en la Praça do Giraldo, antiguo foro romano donde se localizan numerosos cafés y heladerías, las principales sucursales bancarias y por la que, en algún momento del día o la noche, evorenses y turistas pasan, por lo que sirve de modo excelente para tomar el pulso a la ciudad. Desde ella, es posible alcanzar la zona monumental más importante de la ciudad, con el recinto de la catedral, el templo romano (atribuido a Diana) y el Museu Regional a través de la Rúa 5 de Outubro. Una calle peculiar por ser posiblemente la mayor reunión de tiendas de artesanos y de souvenirs que pueda encontrarse en varios centenares de kilómetros a la redonda. En ella pueden encontrarse desde camisetas, bolsos y pegatinas más típicas hasta baúles y muebles juguetes de antaño como  muñecos de Estremoz y peonzas hechas de auténtica madera.
Quizá lo más sorprendente de la visita por la monumentalidad religiosa de la ciudad, aparte del espléndido claustro de la catedral, sea la Igreja de São Francisco, por su Capela dos Ossos. Como un mensaje lanzado desde el Más Allá y advirtiéndonos del carácter transitorio de la vida terrenal, desde la entrada ya se nos advierte del espectáculo que presenciaremos en su interior: “Nosotros huesos que aquí estamos por los vuestros esperamos”. Y es que la capilla, del siglo XVI, tiene sus paredes y columnas cubiertas con más de 5.000 huesos humanos (entre tibias, fémures, calaveras y coxis) además de los esqueletos de un adulto y un infante colgados de la pared. Quizá porque nos va el morbo, en Portugal o donde sea y con independencia de que estemos en Halloween, esta macabra capilla es uno de los puntos más visitados de Évora.
Tal vez por esta advertencia, los nobles renacentistas que buscaron en Évora su descanso de los ajetreos cortesanos de Lisboa decidieron gozar (“Carpe diem”, que se empezó a decir por entonces) de unos buenos palacios mientras durara su vida terrena. Los duques de Cadaval, los condes de Basto, los Cordovil o los García de Resende dejaron su testimonio arquitectónico, en parte también por seguir un poco los pasos de la casa de Avis, dinastía real que comenzó a utilizar la villa alentejana como lugar de solaz. Hoy, muchos de estos palacios pueden visitarse, lo que es un espectáculo para la vista al poder contemplarse de este modo las colecciones de arte, la arquitectura gótica, manuelina o mudéjar de los mismos o incluso, como sucede en el Paço dos Duques de Cadaval (antigua residencia real) comer en ellos y sentirse, por unos momentos (aunque, eso sí, pagando del bolsillo propio) servidos a mesa y mantel como los propios nobles.
La Universidad de Évora, con centros repartidos en otras localidades de la región, fue fundada por la Compañía de Jesús en el siglo XIII. Hoy secularizada, sufrió un periodo de inactividad tras el traslado de la corte a Lisboa en la época en que reinaron los Austrias españoles en Portugal. Reabierta tras la Revolución de los Claveles, este hecho supuso, junto con la actividad turística, un importante empujón para una ciudad que había vivido hasta entonces una actividad puramente comercial y agrícola. Es posible visitarla de modo gratuito los días de diario, en los que está abierta en horario lectivo (los sábados y festivos, puede hacerse de 10 a 14 y de 15 a 18h., pagando 1 euro). Su claustro renacentista y su salón de actos son merecedores de una visita.
Para descansar de los paseos, el recoleto Jardim Municipal es una buena opción. En su recinto, además de encontrar curiosidades faunísticas como pavos reales y otras especies de aves que raramente veríamos en otros parques ciudadanos, se encuentran los restos del Paço de Dom Manuel, antiguo palacio del siglo XV del que se conserva la Galeria das Damas, en la que se solicitó por parte de los reyes portugueses al almirante Vasco da Gama que comandara la expedición que puso rumbo a las Indias por el Oeste africano. Pero en este jardín encontramos, curiosamente, no la escultura de Gama, sino la de Bartolomeu Dias, que se quedó unas cuantas millas náuticas antes…
Y si se es amante del teatro y se domina la lengua de Camões, nada como acercarse al Teatro García de Resende, situado a la afueras de la ciudad, en la ajardinada plaza Joaquim Augusto de Aguiar. Su interior, con palcos y plateas que nada han de envidiar a los de los teatros más afamados de Lisboa, Oporto o de otras ciudades europeas, permite ver el espectáculo de forma cómoda y -por qué no decirlo- elegante. Otra cosa es que el espectáculo cumpla las expectativas, pero eso ya depende de los críticos.

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