CÓMO LLEGAR
En coche: Évora se encuentra aproximadamente a mitad de camino de Badajoz y Lisboa. La autopista portuguesa A-6 (Marateca/A-2/A-13 - Caia/frontera extremeña) nos lleva con comodidad hasta las cercanías de la ciudad, existiendo hasta tres desvíos, por las carretera N-18 (salida 6), por la N-256 (salida 5, hacia Reguengos de Monsaraz) y la N-114 (salida 4, hacia Montemor) para llegar a Évora.
En autobús: Avanza Bus/AutoRes (Estación Sur de Autobuses, Méndez Álvaro s/n) realiza la ruta Madrid-Lisboa con la posibilidad de detenerse en ciudades intermedias de España y Portugal, como Elvas, Estremoz o la propia Évora. Las compañías portuguesas Rodoviária do Alentejo y Transportes Sul do Tejo realizan servicios que enlazan Évora con otras ciudades de la región o con Lisboa (en Lisboa, la estación de autobuses se encuentra en la plaza Campo de Ourique; en Évora, en la Rúa da República, tfno 00351 266 221 21/ 00351 266 237 47).
En tren: El tren hotel Lusitania de Madrid a Lisboa sale de noche de la estación de Chamartín y realiza parada en Marvão, una vez pasada la frontera de Cáceres, Abrantes y Entroncamento. Allí hay que enlazar con la red portuguesa, para lo que habría que consultar los servicios y horarios de la compañía estatal Caminhos-de Ferro Portugueses (en la web, www.cp.pt). La estación evorense está en el Barrio de São Brás, tfno. 00351 266 221 25. Recomendable para quienes poseen un billete interrail y quieran recorrer Portugal a bordo del tren.
Évora es, con sus alrededor de 40.000 habitantes, una ciudad pequeña para nuestro país y sin embargo supera con creces el tamaño de muchas otras capitales de distrito portuguesas como Bragança, Vila Real o sus vecinas Portalegre o Beja. Esto muestra la importancia que, desde tiempo atrás, ha tenido esta ciudad de situación privilegiada, a mitad de camino entre la capital lusa y la frontera española y en el corazón del Alentejo, rica región agrícola y ganadera en cuyas dehesas se da la cría de cerdos y ovejas (el jamón de Campo Maior y el queso de Nisa son auténticas delicias gastronómicas); la extracción de corcho y mármol, el cultivo de cereales y la artesanía, actividades a las que se ha unido desde los años sesenta y setenta la actividad turística.
Tal vez por esta advertencia, los nobles renacentistas que buscaron en Évora su descanso de los ajetreos cortesanos de Lisboa decidieron gozar (“Carpe diem”, que se empezó a decir por entonces) de unos buenos palacios mientras durara su vida terrena. Los duques de Cadaval, los condes de Basto, los Cordovil o los García de Resende dejaron su testimonio arquitectónico, en parte también por seguir un poco los pasos de la casa de Avis, dinastía real que comenzó a utilizar la villa alentejana como lugar de solaz. Hoy, muchos de estos palacios pueden visitarse, lo que es un espectáculo para la vista al poder contemplarse de este modo las colecciones de arte, la arquitectura gótica, manuelina o mudéjar de los mismos o incluso, como sucede en el Paço dos Duques de Cadaval (antigua residencia real) comer en ellos y sentirse, por unos momentos (aunque, eso sí, pagando del bolsillo propio) servidos a mesa y mantel como los propios nobles.
Y si se es amante del teatro y se domina la lengua de Camões, nada como acercarse al Teatro García de Resende, situado a la afueras de la ciudad, en la ajardinada plaza Joaquim Augusto de Aguiar. Su interior, con palcos y plateas que nada han de envidiar a los de los teatros más afamados de Lisboa, Oporto o de otras ciudades europeas, permite ver el espectáculo de forma cómoda y -por qué no decirlo- elegante. Otra cosa es que el espectáculo cumpla las expectativas, pero eso ya depende de los críticos.
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