lunes, 5 de diciembre de 2011

EL ESTADIO METROPOLITANO

EL ESTADIO METROPOLITANO
Corría el año 1923 y en España el fútbol llevaba relativamente pocos años desde su aterrizaje en las tierras de Huelva, Vizcaya y Girona, donde los clubes Recreativo, Athletic y Palamós ostentan  e incluso se disputan el ser los más antiguos. En Madrid habían sido fundados el Madrid Football Club, el Athletic de Madrid -como filial del club bilbaíno-, la Gimnástica de Madrid o el Racing de Chamberí y habría que esperar al año siguiente para que fuera fundada la Agrupación Deportiva El Rayo, que con el transcurso de los años pasaría a adoptar el escudo y el gentilicio del municipio de Vallecas.
No obstante, el fútbol comenzaba a ser un deporte popular y en su seno se alzaban voces por la profesionalización de los jugadores. Sin embargo, los terrenos de juego no contaban aún con la calidad de hoy día y era común el peregrinaje de los equipos por varios campos. El Tiro de Pichón, el Hipódromo de La Castellana, el Campo de Fútbol de la calle O’Donnell -del Madrid y previo al estadio de Chamartín- o el de Vallecas, donde antes de jugar el Rayo lo hacía el Racing de Chamberí, para lo que cambió su nombre de a Racing de Madrid eran campos pequeños y compartidos en muchos casos por los diferentes cuadros de la capital.
Pero en ese 1923 el panorama cambió al terminarse la construcción del Estadio Metropolitano. La idea surgió por parte del ingeniero Otamendi, alma mater del suburbano madrileño, decidido a dotar a la ciudad de un estadio de fútbol en condiciones que pudiera asemejarse al londinense estadio de Wembley. La construcción del mismo, iniciada en 1920, fue obra de la división inmobiliaria del ferrocarril metropolitano, hecho que no dejó de pasar desapercibido a la hora de ponerle nombre al mismo. Se encontraba al final de la avenida Reina Victoria, en una zona donde en pocos años comenzaría a construirse la Ciudad Universitaria y el Hospital Clínico, y en donde hoy se encuentran numerosos colegios mayores y una estación de metro cuyo nombre -Metropolitano- recuerda aquel recinto.
La Gimnástica, hoy desaparecida, y el Atlético de Madrid comenzaron a disputar sus encuentros como locales en un estadio hoy mítico para los más viejos del lugar y recordado por Joaquín Sabina en su himno del centenario del conjunto rojiblanco. El Real Madrid, por su parte, prefirió iniciar la construcción de su propio estadio de Chamartín, lo que generó no poca rivalidad a causa de tildar al Atlético de equipo que jugaba en un campo “prestado”. La estructura del estadio hacía que sólo hubiera tres gradas: dos laterales, uno de ellos cubierto, y un inmenso fondo conocido como la “gradona”, donde no era extraño que los aficionados se espantaran el frío y se calentaran el almuerzo a base de fogatas improvisadas. La capacidad máxima del estadio Metropolitano llegó a ser de 35.800 espectadores.
En 1936, tanto el Atlético como el Metropolitano experimentaron un proceso de deterioro por causas bien distintas. Al final del campeonato 1935-1936, Atlético de Madrid y Osasuna descendieron a Segunda División, pero el estallido de la guerra civil en julio de este año impediría a otro equipo, el Oviedo, cuyo estadio de Buenavista (más adelante conocido como Carlos Tartiere) quedó destruido, comenzar la competición en 1939, al cese del conflicto, tanto en Primera como en Segunda hasta que su estadio no fuera remozado. Es curioso porque el Atlético jugó una promoción con Osasuna para ver cuál de los dos equipos bajaba junto con los asturianos, en un enfrentamiento que se dirimió a favor de los madrileños… cuando el propio Metropolitano quedó también bastante arruinado a causa de estar tan cerca del frente de Ciudad Universitaria. El Atlético de Madrid, durante algunos años fusionado con el conjunto futbolístico de la Aviación Nacional formando el Atlético Aviación, comenzó a gestar en el Metropolitano uno de los mejores equipos de la historia del fútbol español.
Cuarenta y tres años, hasta el traslado del Atlético al Manzanares en 1966, duró la trayectoria del Metropolitano, un periodo durante el cual pasaron por él jugadores de la talla de Marculete, Escudero, Madinabeytia, Rivilla, Silva, Ben Barek, Calleja, Griffa, Peiró… Pero no sólo está el Metropolitano ligado a la historia del Atleti. También lo está a la del modesto Rayo Vallecano. Tras el ascenso del Rayo a Tercera (lo que hoy sería Segunda B), los vallecanos suscribieron un acuerdo de colaboración con los rojiblancos. Poco después, en 1956, el Rayo conseguía su primer ascenso a Segunda en una promoción frente al Gimnàstic de Tarragona en la que, tras un empate a cero en terreno catalán, ganaron 5 a 2 en el Metropolitano con tres goles de Manolo Peñalva (foto), posiblemente el héroe más veterano de los franjirrojos. Desde apenas un poco antes, el “Rayito” había empezado a jugar partidos en Vallecas y abandonaría pronto su campo del Rodival, en las cercanías de Monte Igueldo y el cine París. Pero ese año en Segunda comenzaron la temporada en el Metropolitano, donde llegaron a tener hasta 35.000 espectadores en lo que, según el propio Peñalva, debió ser la mayor entrada para ver un partido del Rayo en casa…Y no, la mayoría no eran visitantes, que les veo venir las intenciones.
En el Metropolitano, la selección española disputó tres partidos que se jugaron, curiosamente, bajo los regímenes monárquico, republicano y franquista. El primero se saldó con una meritoria victoria frente a Inglaterra por 4 a 3. En el segundo, contra Austria en 1936, la selección que apenas dos años antes había jugado brillantemente su primer Mundial en Italia perdió en un vibrante partido por 4 a 5. En 1940, España se despedía del estadio ganando por 2 a 0 a la débil Suiza.



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