domingo, 18 de diciembre de 2011

LA AMPLIACIÓN DE MADRID

LA AMPLIACIÓN DE MADRID
EL PLAN ZUAZO-JANSEN, NUEVOS MINISTERIOS Y EL VISO

Durante los años veinte y treinta, la arquitectura en España recibió el impulso de una generación de jóvenes profesionales que rompieron con la línea anterior y bebieron de los vientos llegados de Europa. La escuela alemana de la Bauhaus y el suizo Le Corbusier fueron las principales fuentes de inspiración de un movimiento arquitectónico heterogéneo y heterodoxo que en Madrid y Barcelona desarrolló sus principales creaciones. Rafael Bergamín, Fernando G. Mercadal, Luis Lacasa, Nicolau M. Rubio i Tudurí, Luis Blanco Soler, Casto Fernández Shaw o Bernardo Giner de los Ríos son algunos de los nombres de aquella generación, agrupada en torno al llamado GATEPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Por la Arquitectura Contemporánea), que en Cataluña desarrolló un movimiento autónomo y probablemente más creativo y fructífero, el GATCPAC.
En Madrid, la Ciudad Universitaria (comenzada a edificar en 1929, pero que recibió su mayor impulso en los años venideros, con la constitución de una junta encabezada por el presidente republicano Niceto Alcalá Zamora y dirigida en el día a día por el catedrático de Medicina y posterior jefe del gobierno durante la guerra, Juan Negrín), algunos hoy emblemáticos de la Gran Vía como el edificio Carrión-Capitol (el del anuncio luminoso de la Schweppes) y los que nos ocupan aquí, la Colonia de El Viso y los Nuevos Ministerios, son algunos ejemplos de esa arquitectura rupturista. 
En Madrid, la Ciudad Universitaria (comenzada a edificar en 1929, pero que recibió su mayor impulso en los años venideros, con la constitución de una junta encabezada por el presidente republicano Niceto Alcalá Zamora y dirigida en el día a día por el catedrático de Medicina y posterior jefe del gobierno durante la guerra, Juan Negrín), algunos hoy emblemáticos de la Gran Vía como el edificio Carrión-Capitol (el del anuncio luminoso de la Schweppes) y los que nos ocupan aquí, la Colonia de El Viso y los Nuevos Ministerios, son algunos ejemplos de esa arquitectura rupturista.
Tanto los edificios ministeriales como la colonia (en su origen, llamada Cooperativa Parque Residencia) forman parte de un plan de ampliación de la capital, plan para el que fue convocado concurso internacional en 1928 por el ayuntamiento madrileño. Herman Jansen, arquitecto alemán que había destacado en la redacción de planes urbanísticos como el ensanche de Berlín y el de Ankara (Turquía), se puso en contacto con García Mercadal para contar con un socio español en la redacción del plan madrileño. Éste le presentó a Secundino Zuazo. Zuazo pertenecía a una generación anterior, más conservadora que los nuevos arquitectos y urbanistas, pero era sin embargo quien mejor entendía las necesidades presentes y futuras que podían presentarse a la capital. Y, de hecho, ya había desarrollado el plan de ampliación de Bilbao.
Hasta entonces, Madrid se había ido ampliando en torno al eje Oeste-Este, desde el antiguo alcázar musulmán, situado donde hoy está el Palacio de Oriente, para desde ahí seguir por las calles Mayor, Alcalá y Atocha. Zuazo y Jansen cambian la perspectiva: en lugar de proseguir una vía constreñida por el Manzanares a un lado y el parque del Retiro al otro, cambian el eje por el Norte-Sur, fijando su mirada en el paseo de la Castellana. En palabras del también Rafael Moneo, Madrid se convertía en una ciudad “con claro desarrollo axial, en una ciudad vertebrada, disponiéndose en la periferia núcleos de vivienda autónomos localizados en torno a pequeños pueblos ya existentes, cumpliendo así una elemental previsión de reserva urbana.” Tras más de ochenta años, el plan Zuazo-Jansen ha cumplido aquella previsión: a partir de los años cincuenta, aquellos antiguos pueblos -Carabanchel, Vallecas, Fuencarral, Chamartín, Barajas, Villaverde, Aravaca- no sólo pasaron a ser núcleos autónomos, sino nuevos distritos de una ciudad cuyo eje efectivamente pasó a ser el de Prado-Recoletos-Castellana. 
Pero no fue sino hasta 1932, con la asunción del Ministerio de Obras Públicas por parte de Indalecio Prieto y el apoyo de éste y del jefe del gobierno, Manuel Azaña, cuando aquel plan pasó a desarrollarse. Pese a que el plan de Zuazo y Jansen fue el mejor e incluía, entre otras previsiones, la construcción de una futura carretera de circunvalación que las circunstancias pospusieron hasta los años setenta, con la construcción de la M-30, el concurso fue declarado desierto. El nuevo alcalde, Pedro Rico, estaba además particularmente interesado, como Azaña y Prieto, en paliar el paro obrero mediante el desarrollo de un programa de obra pública y el desarrollo de una Ley de Capitalidad permitió, además, que el desarrollo de Madrid pasara a ser una de las preferencias de la nueva República.
Con estos apoyos, y especialmente el de Prieto, Zuazo desarrolló no sólo el proyecto de ampliación de la ciudad por la Castellana, sino que en los antiguos terrenos del Hipódromo capitalino se inició la construcción de las nuevas dependencias administrativas ministeriales. Los Nuevos Ministerios (cuya primera piedra fue colocada el 14 de abril de 1933, fecha en que se inauguró el nuevo tramo de la Castellana) y su estación ferroviaria, parte esencial del nuevo proyecto de enlaces ferroviarios y que dio origen, por los críticos al proyecto, a que desde entonces se conozca al túnel Atocha-Chamartín como “el túnel de la risa”,  se sumaron a esa concepción nueva de Madrid que transformarían la ciudad y harían posible que la conociéramos en su fisonomía actual.
De igual modo, en las cercanías de estas nuevas edificaciones (cuya construcción quedó paralizada y transformada a causa de la guerra civil) se levantó el proyecto de viviendas de la Colonia El Viso. Concebida por Rafael Bergamín y Luis Blanco Soler, se construyó al lado de los terrenos del antiguo Hipódromo y bajo la Ley de Protección de Viviendas, promulgada durante la dictadura de Primo de Rivera y vigente durante la República. La colonia, construida bajo la forma económica de cooperativa, está constituida por chalés -entonces denominados “hotelitos”- en línea o pareados en su mayor parte, permitiendo el aprovechamiento del terreno de forma inteligente. A diferencia del proyecto de ampliación de la Castellana, que debía acoger viviendas tanto para la clase obrera como para las clases profesionales, la Colonia El Viso albergó a un gran número de intelectuales y profesionales liberales identificados con el nuevo régimen republicano. Sus viviendas, de líneas sencillas y racionalistas, tienen sin embargo ejemplos arquitectónicos de singulares líneas, como la llamada “casa del barco”, diseñada por Rafael Bergamín.
Tras la guerra civil, la imposición del monumentalismo en las edificaciones, sobre todo las oficiales, y la transformación de las construcciones de la época anterior que quedaron derruidas o dañadas por los efectos bélicos (las nuevas facultades, el Hospital Clínico…) o paralizadas por la contienda borraron muchas características de aquel movimiento arquitectónico español. Un hecho al que se sumó la desconexión entre los que permanecieron en la península, afectos a la dictadura franquista o en exilio interior, o partieron fuera de nuestras fronteras. Zuazo, por ejemplo, salió por la frontera francocatalana y, tras regresar en 1940, pasó desterrado cuatro años en Canarias. Fue un epílogo inmerecido y triste para quien transformó indeleblemente la ciudad a la que, durante tres años, los vencedores quisieron acceder para hacerla capital de su “Nuevo Estado”.



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